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La Guerra de Asesinos
icon Libro del Códice

Reflexiones del duque Leto sobre la batalla de Arrakeen
¿Qué habría pasado si Jessica no hubiese descubierto las mentiras del doctor Yueh? La Bestia podría estar sentada en este escritorio, con mi cuerpo reseco pudriéndose bajo la ventana y nuestra hija obligada a ser concubina de su retorcido hermano...

Pero, en lugar de eso, hemos vencido. Pusimos una trampa y esperamos. Los Harkonnen llegaron cuando y donde los esperábamos, pero no vinieron solos. Entre ellos había Sardaukar, algo que estuvo a punto de costarnos la victoria. No quedó demasiado de Arrakeen, pero, al alba, el enfrentamiento había terminado y nuestra casa seguía en pie.

Seguro que la Sororidad sabía que el emperador estaba involucrado... De ser así, ¿qué consiguieron al advertirnos? ¿O quizá mi dama Jessica decidió contárnoslo a pesar de los planes sus superioras? ¿Se puso de nuestra parte?
Correspondencia de Hasimir Fenring a la dama Margot Fenring
Han pasado ocho años. La guerra va bien. Los Atreides y los Harkonnen han tenido que usar sus últimas reservas y han empezado a buscar materiales, hombres y cualquier cosa que evite que se hundan en la arena. Son dos amenazas que han quedado reducidas a pordioseros famélicos debido a una guerra circunscripta. La especia no ha dejado de fluir, que es lo que importa.

Nuestro objetivo es prolongarla, pero, como Árbitro del Cambio, no tengo demasiadas oportunidades para marcharme de Arrakis y hablar con el emperador. No puedo influenciarlo tanto como antes. Dicha influencia requiere un mantenimiento cauteloso y continuado, por lo que me preocupa que, cada minuto que no paso a su lado, haya alguien reptando cada vez más cerca de él. Mientras mantenga Arrakis bajo mi control, seguiré teniéndolo de mi parte. No obstante, tenemos que jugar bien nuestras cartas.
Mensaje de Feyd-Rautha Harkonnen a su hermano
Ariste está aquí, en Arrakis. Tal y como sospechábamos, no es capaz de mantenerse alejada de esas ruinas aburridas y llenas de arena. Ni de su querido papaíto. Se ha dedicado a juguetear entre la chusma en las dunas. Qué encantadora. Dejemos que corra por ahora. Cuando venzamos la guerra, no saldrá de los aposentos en los que pienso encerrarla. Puede que al fin tenga la oportunidad de hacerse pasar una fremen de las que tanto le gustan entre mis sábanas

Que no se esté ocultando en Arrakeen facilitará atraparla y usarla como moneda de cambio cuando llegue el momento. Los recursos de la casa Harkonnen empiezan a escasear, pero nuestra crueldad lo compensará con creces. Los Atreides ya han hincado una rodilla en el suelo. Son demasiado blandos para este planeta. Se los está comiendo vivos.

Todos los niños se ven obligados a crecer y, cuando llegue el momento, juro que Ariste se arrepentirá de haber desestimado nuestro compromiso. Nadie me humilla y sale impune.


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