Vuelvo a tenerlo todo bajo control, tan solo me ha costado un día más de interminables audiencias privadas con las casas, embaucando, sobornando, asegurando, prometiendo...

En apariencia, el Landsraad sigue apoyando las guerras del emperador padishah como siempre, pero una observadora perspicaz sabe reconocer los ceños que se fruncen al hacer cálculos y los rumores discrepantes entre la nobleza. El Imperio está abotargado, es ineficiente y se ve vulnerable. Se dan cuenta de que tras los ataques hay más que lo que ofrece mi padre con sus excusas. En alguna parte hay una línea de falla que se puede explotar. Por el momento, escucharán. Por el momento. Pero se hacen preguntas... y yo también.

Mira al cielo. ¿Qué ves? Lo mismo que el pescador que trabaja duro en los glaciares más fríos de Lankiveil. Y lo mismo que la noble en su palacio dorado de Poritrin, a pesar de que a los tres os separan millones de años luz. Todo lo que veis arriba, todas y cada una de las estrellas, forman parte del Imperio.

Es eterno, ordenado y justo. Un sistema de gobierno perfeccionado a lo largo de decenas de miles de años. Podríamos considerarlo los cimientos mismos de nuestra sociedad, ya que hablamos el mismo idioma y comerciamos con la misma divisa. Nuestro gran emperador padishah Shaddam IV nos gobierna a todos, por lo que todas las casas se encuentran bajo la dirección de la venerable casa Corrino, la casa de los emperadores.

Recuerda cuál es el lugar que te corresponde. Siempre. Tal y como afirman las faufreluches: «Un lugar para cada hombre y cada hombre en su lugar». Como mi heredero, tendrás que guiar a nuestro pueblo. Allá donde fracases, el emperador padishah, el gran juez que nos vigila a todos, no dudará a la hora de castigarte sin demora. Recuerda Zanovar. Recuerda Ix.