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Ariste Atreides
Ariste Atreides
![]() | Libro del Códice |
Del diario de la dama Jessica Ariste, mi hija, mi orgullo, mi amor, nació al filo de la espada... y yo era quien la empuñaba. Leto quería un hijo. La Sororidad me ordenó que usase mi disciplina corporal para asegurarme de tener una hija. ¿Obedezco al amor que le profeso a mi señor o cumplo con mi deber para con las Bene Gesserit? ¿Participo en el ancestral plan genealógico que provocará la llegada del Kwisatz Haderach o tengo la audacia de acelerar el plan y tomar un atajo? Esto es algo que se ve con claridad desde fuera de nuestro propio ser, desde donde es fácil aplicar la lógica. Pero es un rasgo humano que, cuando nos topamos con problemas personales, esas cosas personales son las más difíciles de analizar con distancia y desde la lógica. Tendemos a darles demasiadas vueltas. Al final, elegí tener una hija, pero, de todas las elecciones que haya tomado en mi vida, esta fue la más próxima a hacer equilibrios sobre el filo de una navaja de una molécula de grosor. No existe mayor amor o felicidad que los que nos aporta nuestra Ariste, pero no puedo evitar darle vueltas a esta decisión tan profunda y binaria. Durante la madrugada, me pregunto qué forma tendría el universo de haber tomado otra decisión. Cotilleo entre sirvientes de los Atreides Que quede claro que todos queremos a nuestra Ariste, ya desde que era una precoz criaturita que robaba libros, muy avanzados para su edad, de la biblioteca privada de sus padres. Parecía una urraca traviesa. Pobre niña, podía ponerse a hablar de su tema favorito hasta la náusea. Solo me viene a la cabeza una ocasión en la que Ariste se quedó sin palabras. Ya sabes a qué me refiero: las inminentes nupcias. Atreides y Harkonnen por fin unidos en paz y armonía. Ariste y su promedito. Feyd-Rautha fue encantador aquel día. Y, luego..., menudo espectáculo. Feyd montó un gran número enfrentándose a un Toro de Salusa en honor al viejo duque. Sí... Lo que le hizo ese hombre a ese animal... Jamás profanaré el oído de nadie exponiendo ese suceso en palabras. El pobre Ajax vomitó todo lo que tenía dentro, ¡y eso que es carnicero! Mmm... No, me da a mí que no voy a poder terminar la cena. Buenas noches. Del diario de Ariste Atreides Estoy destrozada. Desequilibrada. Cuando creo que estoy a punto de volver a ser yo, llegan instituciones y fuerzas enfrentadas que intentan determinar mi vida. Las Bene Gesserit. Mi padre y la casa. La Guerra de Asesinos ha hecho un daño incalculable a los ideales de los Atreides y a la gente de este planeta. Me estoy planteando muy en serio la oferta que me hizo Zantara (no voy a escribir aquí su verdadero nombre): renegar de las acciones del Imperio y empezar una nueva vida en el desierto con él y con los fremen. Y, ahora, el matrimonio concertado con Feyd-Rautha Harkonnen. ¡Qué asco! Pero son órdenes de la Sororidad, ya que podría salvar a mi padre y a la casa de este conflicto que está consumiendo todo lo bueno que queda en ellos. Estaba lista para huir cuando organizaron un encuentro. He de admitir que Feyd fue... encantador. No era en absoluto como me esperaba. Mañana habrá un encuentro formal. Feyd promete que será algo especial, un espectáculo para honrar a mi abuelo. Muy a mi pesar, tengo ciertas ganas de dicho acontecimiento. Hay algo que me atormenta, a pesar de que intento apartar ese pensamiento de mi mente: la decepción de Zantara. |
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